Ubicado en el ingreso a la ciudad por la ruta 12, como quien viene desde ese río que la nombra para siempre, se encuentra el emblemático parador “Geniol”, orgullo gualeyo, lugar de culto gastronómico para fieles seguidores y detención casi obligada para comprar y comer uno ricos y gigantescos sándwiches de milanesas que son una leyenda hace tiempo.
¡¿Y dónde me va a entrar todo esto?! Dice una mujer rubia y flaca con los ojos bien abiertos, enfundada en pantalón y campera de cuero, con el casco todavía en la mano que estacionó hace un rato su moto frente a ese parador de cartel bien verde, donde una foto destaca el sándwich y el nombre del negocio, mientras observa la bandeja con el “completo” de milanesa, lechuga, tomate, queso, jamón y un huevo frito más unas papas crocantes. ¿Es la primera vez? La obviedad del cronista dispara la sonrisa de “Geniol”, Néstor Gabriel Reinoso, como figura en su DNI, titular del comercio que funciona en las 5 Esquinas de la ciudad desde 1978, frente a la vieja estación de servicios convertida hoy en oficina de turismo municipal.
“Geniol me bautizó una señora que le ponía apodo a todo el mundo, porque era un auténtico dolor de cabeza. Dicen, no me consta”, cuenta con picardía y cerrando un ojo este hombre grandote detrás del mostrador de cerámicos, mientras envuelve ahora un “simple” de milanesa para una pareja que está de paso, que detuvo su marcha para abastecerse y seguir viaje. Describir el aroma que emana del paquete recién cerrado transformaría a cualquier fundamentalista de la cultura vegana en un converso, o lo haría dudar de sus convicciones. “Silvia, mi esposa, cuida la calidad de cada sándwich. La carne, las verduras, todo está elaborado con mucho amor y respeto por el cliente”.
La fama del boliche no es casualidad, agregamos. “El producto que se sirve es la mejor publicidad para nosotros”, y no es cuento. La calidad es la regla de oro en el parador. Utilizan exclusivamente carne de nalga, la parte más tierna, aunque a veces resulta complicado conseguirla en cantidad suficiente. Silvia siempre anda por la cocina supervisando todo con mano firme, asegurando que cada una cumpla con los estándares de perfección que han caracterizado al lugar a lo largo de los años.
“Mi suegro era el titular de este negocio” recuerda “Geniol”, sobre los primeros pasos. “Teníamos 22 años cuando nos pusimos de novios con Silvia. Nos ofreció hacernos cargo y poner un comedor, pero el lugar daba para una sandwichería. Lo pensamos y aceptamos. Hacíamos un sándwich de milanesa más chico, pero siempre de gran calidad. Después hicimos uno más grande, el actual, a partir de un pan que compramos en lo Guerscovich”, una renombrada panadería de la ciudad.
La milanesa en la cuna de los poetas entrerrianos
Las y los gualeyos tienen varios motivos para sentirse orgullosos. La ciudad es “Capital de la Cultura Entrerriana”, distinguida en el año 2014 por la Legislatura entrerriana. Cuna de reconocidos poetas, escritores, periodistas, músicos, actores y pintores como Juan Laurentino Ortiz, Carlos Mastronardi o Emma Barrandeguy, quienes trascendieron las fronteras provinciales, tiene también en el futbolista campeón del mundo en Qatar y jugador de la Premier League inglesa, Lisandro “el Licha” Martínez, un orgullo genuino del pago chico. “Y es cliente nuestro cuando viene por acá” dice “Geniol”.
Y si bien no integra esa extensa lista de ilustres nacidos en estas tierras- también están Juan José Manauta, Alfredo Veiravé o Amaro Villanueva-, se podría decir que Néstor Gabriel Reinoso ha logrado hacer con su producto estrella un auténtico “poema”, que lo coloca en un altar privilegiado, al menos para cada persona -y son muchas- que se detiene y encarga una de las variedades que ofrecen desde el mostrador de cerámicos del local, donde una pizarra cuenta con claridad lo que cuesta cada especialidad mientras la imagen de la Evita que le habla al micrófono mira desde lo alto, no dejando duda alguna sobre la fe política que se profesa en esta catedral gastronómica de Entre Ríos.
Recuerdos del pasado
La historia de “Geniol” y su parador comienza en plena dictadura cívico militar. “Momentos terribles, la policía nos obligaban a cerrar, entraban y revisaban a los clientes, bloqueaban el tránsito, hay que valorar la democracia que tenemos, con todos sus defectos” reflexiona. Pese a todo, junto con Silvia, convirtieron en una auténtica sandwichería al local comercial que les pasó su suegro. “Comenzamos con sándwiches de milanesa más pequeños, con un pan flauta que nos vendía la panadería Demarchi” recuerda.
Néstor Reinoso no se cansa de decirlo. “La calidad fue y es la regla de oro” en el parador. “Utilizamos exclusivamente carne de nalga, la parte más tierna, aunque a veces resulta complicado conseguirla en cantidad suficiente”. La esposa de “Geniol” está sobre la preparación de cada producto que llega hasta el mostrador, “y si ve una lechuguita que no le gusta la cambia al toque” subraya.
La elección del pan también ha sido una historia de búsqueda y fidelidad. Después de pasar por varias panaderías, Geniol se casó, en términos comerciales, con Guerscovich. “Hace 20 años que estamos juntos” se ríe, brindando el pan perfecto y enorme para acompañar las exquisitas milanesas.
A pesar de las fluctuaciones económicas a lo largo de los años, en “lo Geniol” no han dejado de servir sándwiches. La memoria lo lleva con melancolía al año 2001, cuando “las ventas se redujeron drásticamente. Pero nos mantuvimos firmes, trabajando junto a la familia” para asegurar que el parador siga siendo un punto de referencia en Gualeguay.
La popularidad del lugar ha crecido, pero Néstor Gabriel Reinoso prefiere no enorgullecerse demasiado. Sigue abriendo sus puertas todos los días de 11 de la mañana a 3 de la tarde y de 8 de la noche a medianoche. Aunque a veces cierran un día al año, la demanda constante de los clientes asegura que el parador permanezca en actividad. “Cuando no estamos siento que puede haber gente necesitando de nosotros” nos cuenta.
Asegura que nunca buscaron el reconocimiento público y que “todo se debe al trabajo responsable”. Lo dice en un tono modesto y agradecido, mientras continúa trabajando, manteniendo viva la tradición de sabores que lo ha convertido en una insoslayable referencia gastronómica provincial. Podemos incorporar a esta crónica que en las incontables veces que hemos pasado por el parador de las 5 Esquinas gualeyo, hemos vivido una deliciosa experiencia culinaria, en una ciudad recargada de orgullo y con un lugar al que, parafraseando al inolvidable Juan Carlos Altavista en su personaje de Minguito, ¡Hay que levantarle un manolito! Solo nos resta agregar, por si pasan por “lo Geniol” ¡Salud y buen provecho!
Guido Emilio Ruberto / Campo en Acción